El libro Manifiestos vanguardistas reúne por primera vez en España todos los manifiestos de las vanguardias latinoamericanas del siglo XX: los textos y proclamas de los colectivos de trabajo que surgieron en ese momento y que manifestaban una nueva estética y ética de trabajo y producción artística, rompiendo los cánones establecidos y los modelos imperantes en ese momento. Algunos de los movimientos vanguardistas latinoamericanos (y sus manifiestos) más importantes son el creacionista de Vicente Huidobro; el ultraísta de Jorge Luis Borges; el antropófago de Oswald de Andrade; el estridentista de Salvador Gallardo, Maples Arce y Arqueles Vela; el euforista y el atalayista; el somos, de Arturo Uslar Pietri; el martinferrista en Argentina (Oliverio Girondo); el nadaísmo colombiano, el negrismo cubano (Alejo Carpentier), el zoísmo-gesto, panedismo y pancalismo; vedrinismo, diepalismo, o el postumista de Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla (República Dominicana), entre otros.
La libertad es, en síntesis, un acto que se compromete. No es un sentimiento, ni una idea, es pasión. Es un acto vertido en el mundo de la historia. Es, en esencia, la negación de la soledad. El artista solitario no debe pedir piedad al mundo que traiciona. En lugar de esa cobardía, debe elegirse un hombre y un artista comprometido, si quiere dar el salto sobre la soledad que lo destruye. Ese salto sólo puede darse para caer de pie en el mundo.
Cuando la vida tiene primacía sobre la cultura, dualismo sólo permitido por ingenuos o malintencionados, es que se tiene de ésta un concepto decorativo. Cuando la cultura actúa desvinculada de sus raíces es pobre cosa torcida y maloliente. En estas cosas no hay primero, no hay después.
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