En 1917 escribe PÃo Baroja este libro de "confesiones". tenÃa entonces poco más de cuarenta años. El tono de sus páginas no es prudente ni cauteloso, aunque sà reflexivo. Baroja se muestra aquà tan "humilde y errante" como "soberbio y sedentario". Se proclama materialista, epicúreo, archieuropeo, antirreligioso y antiesteticista. Es patente el ánimo juvenil con el que se propone molestar a los fariseos y filisteos de su tiempo. Los del nuestro se sentirán también zaheridos por estas opiniones barojianas, por sus gustos literarios, por su antipatÃa hacia los polÃticos, porque en fin Baroja, como el Cid, después de muerto sigue ganando batallas, sigue siendo proteico.